Oficio de difuntos

todo es quie­tud y super­fi­cie en este jar­dín don­de la Vir­gen bor­da pues su medi­ta­ción detie­ne el movi­mien­to redu­cien­do el espa­cio al susu­rro de un rezo allí cada flor es una y es dis­tin­ta y está en su per­fec­ción y está madu­ro el fru­to aun­que oto­ño no man­che las copas de los árbo­les y el sol bri­lla en…