«[NOSTALGIA] Dios prohibió a los centauros, que eran las criaturas más veloces de la creación, y a los hijos de Luzbel, que eran los que más altos llegaban en sus vuelos acrobáticos, que se cruzasen entre sí, porque la síntesis de ambas criaturas podía desestabilizar el universo. Y como se negaron a obedecer los precipitó en los abismos, aunque, eso sí, creo el caballo y el águila para permitirse el lujo de la nostalgia.»
«[ROMÁNTICO] Como vivía cerca del mar y se consideraba un joven romántico, además de laborioso, honesto y servicial, enviaba largas cartas de amor a su mujer ideal, con la que soñaba puntualmente cada noche y, naturalmente, introducía sus misivas en botellas vacías de lejía que arrojaba al océano en una ceremonia un poco cursi, pero que él consideraba muy original y emocionante. Cuando ya era un achacoso anciano, además de escéptico, prostático y solterón, el mar le devolvió uno de sus mensajes con una nota de Neptuno que decía: “Devolver al remitente. LA destinataria de esta carta vive en Lugo felizmente casada con un fontanero y no mantiene correspondencia con desconocidos”.»
Tomadas al azar entre los dos centenares que constituyen Breviario de falsedades, estas dos piezas son breves muestras del talante creativo con el que José Manuel Vilabella ficciona sus obsesiones. Se presentará en Oviedo el próximo miércoles 19, a las siete de la tarde, en la Librería Cervantes, de la mano de Pepe Monteserín.