La historiadora especialista en metodología de la Historia Oral Irene Díaz Martínez publica Las cuencas mineras de Asturias: la crisis y sus narrativas (Trea, 2025), trabajo galardonado con el Premio Juan Uría 2024, convocado por la Consejería de Cultura y Deporte del Gobierno del Principado de Asturias. En él la autora aborda el proceso de declive industrial de las cuencas mineras asturianas, analizando los discursos y narrativas que se han realizado en este proceso. Un declive prolongado durante décadas, desde la nacionalización de gran parte de la minería en el año 1967, hasta el cierre de los últimos pozos en activo en el año 2018. En este extenso periodo se han producido grandes cambios en el orden político nacional, como fue el tránsito de la dictadura a la democracia, pero también en el internacional, con la integración de España en la Unión Europea, sin olvidarnos de la legalización de las organizaciones sindicales, convertidos en agentes sociopolíticos de influencia determinante. La prolongación durante décadas del ocaso de la minería y, dentro de este contexto, la adaptación, contestación o rechazo que política, cultural y socialmente han acarreado constatan la necesidad de observar la decadencia y el fin como un proceso que se puede conceptuar como de «ruinificación industrial», del mismo modo que la persistencia de los legados del (des) industrialismo perduran una vez que el sector ya está extinto.
En la primera parte del libro la autora describe y contextualiza el proceso de declive del sector minero, centrándose en el origen y la trayectoria de Hulleras del Norte Sociedad Anónima (Hunosa), principal empresa carbonera de Asturias, así como en las acciones y reacciones generadas entre el colectivo minero y el tejido social de las cuencas mineras ante las distintas políticas de ajuste, reestructuración y desmantelamiento industrial.
La segunda parte está dedicada a las narrativas de la desindustrialización propiamente dichas; a través de sus discursos sobre el pasado industrial, la crisis y el trabajo o su ausencia, los habitantes de las cuencas mineras recuerdan y relatan el proceso de declive y desindustrialización, generando de esta forma la identidad y la cultura de las mismas. La huella que la minería ha dejado en las cuencas y en sus gentes hace precisamente que la desindustrialización tenga una especie de «ultra vida», cuyos efectos van más allá del fin del proceso y permanecen aunque los pozos hayan sido clausurados, como si de radioactividad se tratara.