Cuando acaban de cumplirse 85 años del final de la guerra civil que comenzó con el golpe de estado de julio de 1936 contra la Segunda República y concluyó con la implantación de la dictadura franquista en España, podemos congratularnos de que estemos asistiendo a los periodos más largos de democracia y de ausencia de guerra de los dos siglos que abarca lo que conocemos como Edad Contemporánea.
Es un consenso ampliamente aceptado en la historiografía española e internacional que la República fue la primera forma democrática de gobierno en la España del siglo xx, homologable al resto de democracias existentes en ese mismo momento, con alternancia política, elecciones libres y un amplio catálogo de libertades y derechos ciudadanos. Del mismo modo que el franquismo fue una dictadura; tal y como queda expresado cuando se utiliza el concepto «dictadura franquista», siendo la ausencia de libertades y la violencia política características definitorias de ese periodo.
La dictadura franquista pasó por diferentes etapas a lo largo de sus cuatro décadas de vida, con diversas características desde el punto de vista político, económico y social; pero si hubo un elemento que permaneció durante toda su vigencia fue la represión. Sin ella, es difícil comprender la pervivencia del régimen y su consolidación durante tantos años y en tan diversos contextos internacionales.
El franquismo se implantó en la sociedad por medio de la violencia, que se manifestó mediante un conjunto de acciones dirigidas a castigar a quienes se habían opuesto a la sublevación militar de julio de 1936 o a los que pudieran hacerlo contra la dictadura. Para ello, se creó un conjunto de leyes entre las que destacan la Ley de Responsabilidades Políticas del 9 de febrero de 1939, la de Represión de la Masonería y el Comunismo de 1 de marzo de 1940, la de Seguridad del Estado de 29 de marzo de 1941, el Decreto-Ley de Bandidaje y Terrorismo del 18 de abril de 1947, la Ley de Vagos y Maleantes de 1954 y la Ley de Orden Público de 1959. Además, en diciembre de 1963, se creó el Tribunal de Orden Público (TOP), que sobrevivió al fallecimiento del dictador y no fue disuelto hasta 1977, en plena transición a la democracia.
El aparato represivo de la dictadura siguió funcionando con todos sus instrumentos en los últimos años del régimen; así, tres meses antes de la muerte de Franco, en agosto de 1975, se había puesto en marcha una nueva Ley Antiterrorista que restablecía los consejos de guerra sumarísimos, cuya aplicación se tradujo en las últimas ejecuciones de la dictadura llevadas a cabo el 27 de septiembre de ese mismo año.
Fueron cuarenta años de dura represión, en los que el terror institucionalizado y la violencia bajo diferentes formas (persecuciones, detenciones, fusilamientos, cárceles y campos de concentración, tortura, hambre, exilio…), el control social, la degradación y la humillación de los vencidos; no solo añadieron más sufrimiento, sino que abrieron, aún más, las profundas heridas psicológicas heredadas de la guerra, al tiempo que impedían la más mínima posibilidad de curarlas. La violencia política practicada por el franquismo es un hecho científico y se ha investigado durante décadas.
El franquismo terminó hace casi 50 años, pero su memoria todavía se hace presente hoy en día en el espacio público. La dictadura franquista creó muchos mitos respecto a su propia historia y estos no solo se impusieron en la sociedad española durante la vigencia del régimen, sino que también fueron asumidos por parte de los españoles durante la democracia y, en no pocas ocasiones, tratan hoy de reactualizarse y difundirse. Olvidar la historia de un país es negativo, pero tergiversarla es todavía peor.
El historiador tiene la responsabilidad de trasladar el conocimiento científico a la sociedad, pues estamos hablando de ciencia, de ciencia social y, al igual que a otras disciplinas científicas, a la historia se le debe tener el mismo respeto y consideración. Escribir historia no solo es un proceso permanente de interrogación del pasado, sino también un ejercicio colectivo, en el que las reconstrucciones históricas se depuran merced a una correcta metodología, al acceso a las fuentes y a la discusión entre historiadores.
Una de las mayores utilidades de la Historia es que ayuda a comprender las características del presente y, aunque toda es importante en este aspecto, no cabe duda de que la más reciente lo condiciona en mayor medida. La Historia se sustenta sobre la investigación rigurosa y esta es la mejor de las armas para combatir la manipulación.
El XI Encuentro sobre investigaciones del franquismo que tuvo lugar en la ciudad de León en los días 16, 17 y 18 de noviembre de 2022 debatió y evaluó los diferentes estudios realizados sobre esta temática. Todo ello ha permitido construir un ámbito de estudio sólido no solo sobre la dictadura franquista, sino también sobre los periodos anteriores y posteriores, es decir, la Segunda República, la guerra civil y la transición a la democracia desde una perspectiva multidisciplinar y abarcando diversos estudios temáticos sobre la dictadura franquista, con los que este volumen publicado en acceso abierto bajo el título La dictadura franquista. Estudios temáticos y perspectivas multidisciplinares y coordinado por los profesores de la Universidad de León Javier Rodríguez González, Beatriz García Prieto y María Luisa Alvite Díez quiere contribuir a la divulgación del conocimiento científico sobre nuestro pasado más reciente.