La muerte vende y llama nuestra atención. ¿Cómo podría explicarse si no que sea uno de los grandes temas representados en el arte y la cultura de masas en las sociedades occidentales? Sociedades en las que, por otro lado, se vive como si la muerte no existiera. La muerte vende, sí, pero nadie quiere hablar de la muerte. Vivimos de espaldas a ella, influidos por un tabú. Y es precisamente este tabú el tema central del último libro de Germán Piqueras, Tabú. La censura de la muerte en Occidente como generadora de arte y cultura (Ediciones Trea, 2025). Con este ensayo el autor pretende trazar una tesis razonada para que el lector disponga de herramientas para interpretar qué quiere decirnos cada una de las presencias de la muerte que encontramos en distintos productos y subproductos culturales.
En el siglo XVIII la costumbre de morir en un hospital comienza a cobrar protagonismo; esta muerte medicalizada se relaciona con la muerte social, en tanto en cuanto el individuo es alejado de su zona de confort para terminar su vida en hospitales o residencias. Esto conlleva a que el siglo XIX comience a hablarse de muerte prohibida o invertida, la cual tiene lugar cuando se niega el duelo y se rechaza a los difuntos hasta el punto de que las familias requieran de profesionales para organizar unos determinados ritos al morir; de este modo se minimiza al máximo el dolor y se aleja la muerte de la vida cotidiana de las personas en la medida de lo posible. Este cambio social en la percepción de la muerte y su relación con ella modifica la manera de crear de los artistas, siendo el arte, como es, un espejo de lo que sucede en la sociedad.
Piqueras nos propone un viaje que va desde las antiguas percepciones artísticas y antropológicas sobre la muerte hasta nuestros días, pasando por el análisis de algunas obras paradigmáticas sobre la misma. Un recorrido que evidencia el tabú que supone la muerte para la sociedad occidental de nuestra era, pero que también pone de manifiesto la idea de que, aunque la sociedad viva ocultando y evitando la muerte, el interés que tiene y el germen que supone para la creación de nuevos productos es ingente. Algunos de estos productos potencian el tabú y otros naturalizan la muerte y nos hacen pensar sobre lo que somos, poniendo de manifiesto que el arte y la cultura son herramientas clave para preguntarnos acerca de nuestras inquietudes más profundas y que, al cambiar la manera de concebir la muerte, también cambiamos la manera de entender la vida.
















