Ediciones Trea - 978-84-19525-37-6 - El arte rococo y su presencia en España - Jose Fernando Gonzalez Romero
Formato: 17 x 24 cm.
Páginas: 240
Año: 2023
ISBN: 978–84-19525–37‑6

El arte rococó y su presencia en España

24,00

El pri­mer reto que ofre­ce el arte roco­có con­sis­te en su pro­pia defi­ni­ción, den­tro de una épo­ca incier­ta como es el siglo XVIII, don­de se suce­de, con­vi­ve y sola­pa una plu­ra­li­dad de len­gua­jes y solu­cio­nes artís­ti­cas. Ade­más, toda cate­go­ri­za­ción que tra­ta de enjau­lar la reali­dad para expli­car­la tie­ne siem­pre un carác­ter rela­ti­vo, al esca­par­se esta entre sus barro­tes. Otra difi­cul­tad es el carác­ter un tan­to capri­cho­so y lúdi­co de su com­por­ta­mien­to, que aca­ba por ocul­tar­se ante los pro­pios ojos del his­to­ria­dor del arte en su jue­go al escon­di­te entre el con­te­ni­do barro­co y la for­ma clá­si­ca. La evo­lu­ción de este esti­lo en Espa­ña pue­de des­glo­sar­se en tres fases suce­si­vas: una pri­me­ra eta­pa de tran­si­ción tras el adve­ni­mien­to al trono de la nue­va dinas­tía bor­bó­ni­ca con Feli­pe V, que se carac­te­ri­za por la dia­léc­ti­ca entre las corrien­tes cas­ti­zas y las influen­cias exóge­nas, prin­ci­pal­men­te fran­ce­sas e ita­lia­nas; su apo­geo y máxi­ma difu­sión duran­te el rei­na­do de Fer­nan­do VI en los años cen­tra­les de la cen­tu­ria; y el can­to de cis­ne bajo el des­po­tis­mo ilus­tra­do de Car­los III, has­ta su muer­te defi­ni­ti­va con la lle­ga­da al trono de Car­los IV y el auge de la moda grecorromana.
El Patri­mo­nio de la Coro­na, un con­jun­to de resi­den­cias, monas­te­rios, jar­di­nes y pai­sa­jes per­te­ne­cien­tes a las dinas­tías de los Aus­trias y los Bor­bo­nes, úni­co en Euro­pa por su mag­ni­fi­cen­cia, acu­mu­la­ción de obras de arte y esta­do de con­ser­va­ción, adquie­re pre­ci­sa­men­te en el siglo XVIII su máxi­mo esplen­dor. A ello con­tri­bu­ye la reno­va­ción y crea­ción de pala­cios de nue­va plan­ta, la pre­sen­cia de artis­tas inter­na­cio­na­les de pri­me­ra línea y el impul­so de inno­va­do­ras manu­fac­tu­ras regias, como las fábri­cas de cris­tal de La Gran­ja, de tapi­ces de San­ta Bár­ba­ra o de por­ce­la­na del Buen Retiro.
Fren­te al roco­có impul­sa­do des­de arri­ba por una cor­te afran­ce­sa­da, uni­do a unos ambien­tes cor­te­sa­nos y como refi­na­do capri­cho de una eli­te exqui­si­ta, esta ten­den­cia tam­bién enla­za por aba­jo con el sen­ti­mien­to popu­lar, pro­mo­vi­do prin­ci­pal­men­te por las orde­nes men­di­can­tes, cofra­días y her­man­da­des. Se encuen­tra uni­do al reta­blo en su can­to de cis­ne duran­te la segun­da mitad del siglo XVIII, que for­ma par­te indi­so­cia­ble de cama­ri­nes, capi­llas de la comu­nión, taber­nácu­los y sagra­rios, gran­des cate­dra­les, todo tipo de tem­plos, ermi­tas y oratorios.
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