El monasterio de San Vicente
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Los monasterios fueron una realidad importante en la historia del Medioevo occidental desde que Benito de Nursia compuso en el siglo VI la Santa Regla para sus monjes, inspirándose en las de Casiano, San Basilio y la Regula Magistri. Aquellas comunidades monásticas constituyeron un factor decisivo para la economía, la sociedad, la cultura y la religiosidad. Nada tiene de extraño que los historiadores se ocuparan de las casas de «monjes negros», de monjas y de las diferentes instituciones influidas por esa disciplina monástica. Esa historia monástica estuvo muy de moda en España en la segunda parte del siglo pasado, tomando como marco de referencia la historia del monasterio de San Millán de la Cogolla de J. A. García de Cortázar (1969). Más o menos conscientemente, aquellas monografías, que leyeron a la letra los importantes núcleos documentales de cada cenobio, los describían prácticamente como un «señorío colectivo de producción» en el contexto general del feudalismo. Con el paso del tiempo, los medievalistas que admiraban y seguían dichos modelos, se fueron dando cuenta y poniendo de relieve en sus monografías que aquellos centros de poder, además de dominios feudales, estaban también formados por hombres o mujeres que vivían, estudiaban y rezaban como una comunidad religiosa que adaptaba su vida a una «Regla». Así fueron apareciendo numerosas obras, en la que se puede seguir la «vida completa» de muchos monasterios, aunque las dimensiones económico-sociales sigan ocupando una parte fundamental de los respectivos trabajos.
La historia del monasterio de San Pelayo d᾽Uviéu llevada a cabo por Torrente Fernández (2019) y la de San Salvador de Cornellana, realizada por Miguel Calleja-Puerta con ocasión del milenario de su fundación (2024), son los últimos y espléndidos ejemplos de monografías históricas sobre la materia en Asturias. Con este trabajo sobre el monasterio de San Vicente, en el que nos hemos esforzado para no perder de vista la realidad completa de lo que fue uno de los más importantes monasterios de la historia medieval asturiana, tratamos también de aumentar, un poco más, ese capítulo bibliográfico. En principio, nos propusimos abarcar toda su historia medieval. La enorme masa documental (conservada en su mayoría en el Archivo de San Pelayo), nos obligó a terminar en torno a 1300. En una segunda obra, trataremos —o tratarán— de hacer realidad dicho proyecto hasta la incorporación de los monjes d᾽Uviéu a la Congregación de la Observancia de San Benito de Valladolid a comienzos del siglo XVI.