Ediciones Trea - 978-84-10263-49-9 - Escapar del futuro con la dignidad intacta - Jose Tono Martinez
Colección:
Formato: 14 x 21.5 cm.
Páginas: 220
Año: 2024
ISBN: 978–84-10263–49‑9

Escapar del futuro con la dignidad intacta

Ensayos sobre nuestra condición postrimera

20,00

Este libro reúne 21 ensa­yos pen­sa­dos des­de un cier­to nihi­lis­mo de raíz ben­ja­mi­niana y una razo­na­ble duda pos­mo­der­na, posi­ción crí­ti­ca con el pro­gra­ma trans­hu­ma­nis­ta y con­tra-ilus­tra­do que se está impo­nien­do en algu­nos círcu­los neo­rreac­cio­na­rios occidentales. 
Son ensa­yos que miran des­de el futu­ro, des­de un mun­do de pos­tri­me­rías, como si ya todo hubie­ra pasa­do. Y como si, en efec­to, hubié­ra­mos podi­do «esca­par del futu­ro con la dig­ni­dad intac­ta», según la her­mo­sa lau­da­to­ria que dedi­có Cor­ne­lio Táci­to a su sue­gro Cneo Julio Agrí­co­la, a la hora de escri­bir su Vita. Pues­to que la tarea huma­na más difí­cil con­sis­te en saber esca­par airo­sa­men­te del futu­ro, que es des­de don­de se juz­ga­rá la cali­dad de nues­tros actos. 
El autor abor­da algu­nas cues­tio­nes de con­vi­ven­cia tec­noética, social, iden­ti­ta­ria en el mar­co de lo que deno­mi­na la gala­xia rural. Lo hace con cier­to tono de aca­ba­mien­to, de fin de las huma­ni­da­des, de per­sia­na que se cie­rra, de que esta­mos a pun­to de apa­gar muchas luces, aun­que no sepa­mos bien cuá­les son. 
A pesar de ello, José Tono Mar­tí­nez con­fía en los jóve­nes, que sabrán afron­tar cam­bios sin ata­du­ras a vie­jos pre­jui­cios, vis­lum­bran­do el enga­ño de patrias y ban­de­ras, renun­cian­do a sacri­fi­car en los alta­res del oro, de la medio­cri­dad, de la segu­ri­dad como para­dig­ma del mie­do, apren­dien­do a com­par­tir el tra­ba­jo, y a ralen­ti­zar el tiem­po. Jóve­nes dis­pues­tos a mejo­rar el mun­do que here­dan, con­fian­do, se nos dice, en que «des­con­fíen de noso­tros y que nos rele­ven pron­to del puen­te de mando». 
Dos pen­sa­do­res con­tem­po­rá­neos abren y cie­rran este libro: Con­cha Rol­dán, con un pró­lo­go, y Javier Eche­ve­rría, con un epílogo.
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