Ediciones Trea - 978-84-9704-559-9 - Jean Louis Flandrin - Massimo Montanari
Colección:
Formato: 17 x 24 cm.
Páginas: 1104
Año: 2016
ISBN: 978–84-9704–559‑9

Historia de la alimentación

60,00

¿Cuán­do se empe­za­ron a cocer los ali­men­tos? ¿A par­tir de cuán­do se pue­de hablar de coci­na? ¿En qué épo­ca sur­gie­ron los fes­ti­nes? ¿Y el hábi­to de las comi­das regu­la­res? ¿Y nues­tra mane­ra de comer, sen­ta­dos en sillas en torno a una mesa alta, cada uno en su pla­to, cor­tan­do la car­ne con cuchi­llo y tene­dor indi­vi­dua­les? ¿Por qué de una socie­dad a otra, y de una épo­ca a la siguien­te, es tan dife­ren­te la elec­ción de los ali­men­tos, su valor gas­tro­nó­mi­co, su pre­pa­ra­ción y la mane­ra de comerlos?

La ali­men­ta­ción no sólo remi­te a la satis­fac­ción de una nece­si­dad fisio­ló­gi­ca idén­ti­ca en todos los seres huma­nos, sino tam­bién a la diver­si­dad de cul­tu­ras y a todo lo que con­tri­bu­ye a mode­lar la iden­ti­dad de cada pue­blo; depen­de de las téc­ni­cas de pro­duc­ción agrí­co­la, de las estruc­tu­ras socia­les, de las repre­sen­ta­cio­nes die­té­ti­cas y reli­gio­sas y con­si­guien­tes pre­cep­tos, de la visión del mun­do y de un con­jun­to de tra­di­cio­nes len­ta­men­te ela­bo­ra­das a lo lar­go de los siglos. Las rela­cio­nes entre esos aspec­tos de la cul­tu­ra y las mane­ras de ali­men­tar­se han exis­ti­do siem­pre, des­de la con­quis­ta del fue­go has­ta el des­em­bar­co de McDo­nalds en Europa.

Esta es la lar­ga his­to­ria que este libro nos invi­ta a des­cu­brir. A lo lar­go de sus 1.000 pági­nas encon­tra­re­mos el ali­men­to de cada día, la fun­ción del pan, del vino y de las espe­cias, el arte culi­na­rio y tam­bién las ham­bru­nas que aso­la­ban perió­di­ca­men­te la anti­gua Euro­pa o las trans­for­ma­cio­nes del con­su­mo ali­men­ta­rio des­de hace dos siglos. Des­cu­bri­re­mos que nues­tros ante­pa­sa­dos ya tenían libros de coci­na y que los ofi­cios de la ali­men­ta­ción eran aún más nume­ro­sos que hoy en día; tam­bién des­cu­bri­re­mos que la tra­di­ción occi­den­tal se ali­men­tó en mayor o menor medi­da de cul­tu­ras veci­nas: la de Meso­po­ta­mia y el anti­guo Egip­to, la grie­ga y la roma­na, la bizan­ti­na, la judía y la ára­be y, final­men­te, la americana.

 

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