Ediciones Trea - 978-84-9704-237-6 - La comida como cultura - Massimo Montanari
Colección:
Formato: 15 x 21 cm.
Páginas: 128
Año: 2006
ISBN: 978–84-9704–237‑6

La comida como cultura

Consultar disponibilidad

    El responsable del tratamiento de los datos personales facilitados en el formulario es Ediciones Ediciones Trea S.L (Trea), quien los tratará con la finalidad de atender su solicitud. Tiene derecho a acceder, rectificar y suprimir sus datos, así como otros derechos, como se explica en la información adicional sobre privacidad.

    La idea de comi­da se aso­cia gus­to­sa­men­te a la de natu­ra­le­za, pero el nexo es ambi­guo y fun­da­men­tal­men­te impro­pio. En la expe­rien­cia huma­na, de hecho, los valo­res por­tan­tes del sis­te­ma ali­men­ti­cio no se defi­nen en tér­mi­nos de natu­ra­li­dad, sino como resul­ta­do y repre­sen­ta­ción de pro­ce­sos cul­tu­ra­les que pre­vén la domes­ti­ca­ción, la trans­for­ma­ción y la rein­ter­pre­ta­ción de la natu­ra­le­za. Los médi­cos y filó­so­fos anti­guos, comen­zan­do por Hipó­cra­tes, defi­nie­ron la comi­da como «res non natu­ra­lis», inclu­yén­do­la entre los fac­to­res de la vida que no per­te­ne­cen al orden natu­ral de las cosas, sino al arti­fi­cial. Es decir, per­te­ne­cien­te a la cul­tu­ra que el hom­bre mis­mo cons­tru­ye y ges­tio­na. Esta con­no­ta­ción acom­pa­ña a la comi­da a lo lar­go de todo el reco­rri­do que la con­du­ce a la boca del hom­bre. La comi­da es cul­tu­ra cuan­do se pro­du­ce, por­que el hom­bre no uti­li­za solo lo que se encuen­tra en la natu­ra­le­za (como hacen todas las demás espe­cies ani­ma­les), sino que ambi­cio­na crear su pro­pia comi­da, super­po­nien­do la acti­vi­dad de pro­duc­ción a la de cap­tu­ra. La comi­da es cul­tu­ra cuan­do se pre­pa­ra, por­que, una vez adqui­ri­dos los pro­duc­tos bási­cos de su ali­men­ta­ción, el hom­bre los trans­for­ma median­te el uso del fue­go y una ela­bo­ra­da tec­no­lo­gía que se expre­sa en la prác­ti­ca de la coci­na. La comi­da es cul­tu­ra cuan­do se con­su­me, por­que el hom­bre, aun pudien­do comer de todo, o qui­zá jus­to por ese moti­vo, en reali­dad no come de todo, sino que eli­ge su pro­pia comi­da con cri­te­rios liga­dos ya sea a la dimen­sión eco­nó­mi­ca y nutri­ti­va del ges­to, ya sea a valo­res sim­bó­li­cos de la mis­ma comi­da. De este modo, la comi­da se con­fi­gu­ra como un ele­men­to deci­si­vo de la iden­ti­dad huma­na y como uno de los ins­tru­men­tos más efi­ca­ces para comunicarla.

     

    Com­par­tir