Ediciones Trea - 978-84-87790-03-5 - La Conferencia de Berlin - Miguel Madueño Álvarez
Formato: 17 x 24 cm.
Páginas: 224
Año: 2025
ISBN: 979–13-87790–03‑5

La Conferencia de Berlín

De la colonización de África al reparto del mundo (1870–1914)

Disponible próximamente.

La Con­fe­ren­cia de Ber­lín (1884–1885) fue uno de los gran­des acon­te­ci­mien­tos de la his­to­ria con­tem­po­rá­nea, mar­can­do la divi­sión del glo­bo en esfe­ras de influen­cia y el repar­to del con­ti­nen­te afri­cano. Sus días coin­ci­die­ron con el auge de la indus­tria­li­za­ción y el deseo de pro­gre­so que las metró­po­lis euro­peas mani­fes­ta­ron arro­ga­das en el dar­wi­nis­mo social y en el pater­na­lis­mo indis­cu­ti­ble, con­for­man­do un mar­co de con­quis­ta y dan­do lugar al últi­mo pro­ce­so de colonización.
Rei­no Uni­do, Fran­cia, Ale­ma­nia, Ita­lia, Por­tu­gal, Espa­ña y el rey bel­ga Leo­pol­do II obtu­vie­ron terri­to­rios en Áfri­ca, pero las repre­sen­ta­cio­nes de Esta­dos Uni­dos, el Impe­rio ruso, el Impe­rio aus­tro­hún­ga­ro, Sue­cia-Norue­ga, Dina­mar­ca y Paí­ses Bajos, pre­sen­tes en la con­fe­ren­cia, no ocu­pa­ron espa­cios físi­cos. ¿Qué ocu­rrió con las nacio­nes que ocu­pa­ron un esca­ño en la reu­nión de Ber­lín y no tuvie­ron pre­sen­cia en Áfri­ca? ¿Cómo pue­de enten­der­se que paí­ses como Esta­dos Uni­dos o impe­rios como el ruso, ya por enton­ces boyan­tes acto­res inter­na­cio­na­les, no tuvie­ran rele­van­cia en el con­tex­to africano?
A par­tir de un deta­lla­do aná­li­sis de la Con­fe­ren­cia de Ber­lín, de sus cau­sas y con­se­cuen­cias, este libro pre­ten­de mos­trar la situa­ción de Áfri­ca duran­te los años ante­rio­res y pos­te­rio­res a su cele­bra­ción. A tra­vés de un por­me­no­ri­za­do mapeo de la reali­dad colo­nial y de las rela­cio­nes inter­na­cio­na­les del momen­to, se da res­pues­ta a las cues­tio­nes más impor­tan­tes que han sus­ci­ta­do las últi­mas déca­das de inves­ti­ga­cio­nes, apli­can­do un mar­co inter­pre­ta­ti­vo en el que des­ta­ca una idea: que en Ber­lín no se repar­tió Áfri­ca, se repar­tió el mundo.
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