El con­cep­to patri­mo­nio cul­tu­ral es orgá­ni­co, cre­cien­do en su defi­ni­ción día a día con la apa­ri­ción de nue­vos tér­mi­nos, con­cep­tos y pun­tos de vis­ta, evo­lu­cio­nan­do con la socie­dad. Del mis­mo modo, los museos acu­san este cre­ci­mien­to ade­cuán­do­se a las nue­vas deman­das y nece­si­da­des que los bie­nes cul­tu­ra­les requie­ren en su cui­da­do y tutela.

El patri­mo­nio cine­ma­to­grá­fi­co es un cla­ro ejem­plo de cómo el museo reci­be nue­vas pro­pues­tas y debe adap­tar­se a ellas, no solo en los modos de expo­si­ción sino tam­bién a la hora de afron­tar el cui­da­do de las colec­cio­nes. La pre­ser­va­ción de los valo­res tan­to con­cep­tua­les como mate­ria­les de los «nue­vos» ele­men­tos patri­mo­nia­les supo­ne para el museo una con­ti­nua y nece­sa­ria actua­li­za­ción y un desafío.

Para la correc­ta con­ser­va­ción del patri­mo­nio cine­ma­to­grá­fi­co den­tro del ámbi­to museís­ti­co, cono­cer las par­ti­cu­la­ri­da­des y posi­bi­li­da­des de cada uno de los bie­nes que lo inte­gran es un pun­to de par­ti­da deci­si­vo. Las colec­cio­nes, tan­to expues­tas como alma­ce­na­das, deben cono­cer­se y com­pren­der­se en sus dis­tin­tos nive­les y de for­ma par­ti­cu­la­ri­za­da, sea den­tro de un museo del cine o par­ti­ci­pan­do de la musea­li­za­ción de estos bie­nes en otro tipo de enti­dad. Pro­te­ger, difun­dir y ges­tio­nar son labo­res pro­pias de la con­ser­va­ción del patri­mo­nio cine­ma­to­grá­fi­co en los museos.