La indumentaria y sus museos
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La indumentaria es lo más exterior y visible de los humanos, la indumentaria nos puede llegar a definir, puede marcar un estilo, una clase social, la pertinencia a una cultura o subgrupo cultural, la indumentaria se ha empleado para marcar rasgos de género, se ajusta a cánones estéticos, a veces indica edad, etc. Si la cultura humana es el conjunto de símbolos y objetos que son compartidos y transmitidos de una generación a otra y que regulan la conducta, es evidente que, entre estos símbolos y objetos, además de las herramientas, la vivienda y el arte, está la vestimenta. Esta vestimenta, como parte integrante de la cultura, no es un elemento aislado de ella ni, por supuesto, banal, aunque sí suele ser uno de los más visibles. Vestimos distinto porque somos culturalmente distintos. La indumentaria, pues, es un producto de la cultura humana.
Sin embargo, cuando se estudian las historias de la cultura, el lugar que ocupa la indumentaria suele ser modesto, superfluo e incluso, a veces, inexistente. En este ensayo pretendemos mostrar cómo la indumentaria es y ha sido siempre el escaparate de la cultura, por cuanto los humanos mostramos a través de ella no solo lo que somos, sino incluso aquello que no somos, pero quisiéramos aparentar ser.
Es más, la indumentaria no solo muestra y hace patentes los códigos culturales de conducta, sino que incluso pone de manifiesto sus subcódigos. En efecto, hay códigos de conducta que dictaminan sobre las partes del cuerpo que en función de cada época y de cada sociedad son púdicas o impúdicas: esta misma indumentaria que esconde las partes impúdicas en función del código las deja entrever en función del subcódigo. Por lo tanto, el estudio científico de la indumentaria no es un divertimento de ociosos; por el contrario, el vestido y sus códigos constituyen uno de los ejes estructurantes sobre los que gira una parte de la vida, que analizados en su despliegue temporal se convierten en una inestimable pasarela de la historia.