Ediciones Trea - 978-84-9704-301-4 - La insurreccion expositiva - Paco Perez Valencia
Formato: 16 x 22 cm.
Páginas: 208
Año: 2007
ISBN: 978–84-9704–301‑4

La insurrección expositiva

Cuando el montaje de exposiciones es creativo y divertido. Cuando la exposición se convierte en una herramienta subversiva

30,00

A pesar de que su poder de atrac­ción sigue intac­to, la expo­si­ción es hoy un vehícu­lo ador­me­ci­do por la correc­ción, don­de el espec­ta­dor sufre habi­tual­men­te el «mal del visi­tan­te de museo», esto es, el aburrimiento.

Todo ha cam­bia­do. El entorno de las expo­si­cio­nes ha vivi­do una autén­ti­ca trans­for­ma­ción en los últi­mos vein­ti­cin­co años, su pues­ta en esce­na ha reci­bi­do muchas inno­va­cio­nes con la apor­ta­ción de recur­sos crea­ti­vos y tec­no­ló­gi­cos, con la des­inhi­bi­ción en la esce­ni­fi­ca­ción de los obje­tos, inte­grán­do­los en el espa­cio o des­con­tex­tua­li­zán­do­los radi­cal­men­te, des­ta­can­do a aque­llos o al lugar que los reco­ge, bus­can­do múl­ti­ples lec­tu­ras y mira­das trans­ver­sa­les. La expo­si­ción ha sobre­pa­sa­do los lími­tes que impo­nía el espa­cio orto­do­xo museo­grá­fi­co has­ta libe­rar­se, y el públi­co, pro­fe­sio­nal o no, deman­da tales acontecimientos.

Habla­mos del hom­bre con­tem­po­rá­neo y segui­mos tra­ba­jan­do para el espec­ta­dor del siglo XIX. Es una absur­da para­do­ja. La expo­si­ción se bana­li­za en cuan­to la ofre­ce­mos como pen­sa­mos que será aplau­di­da por el públi­co (con­te­ni­do y for­ma). El ries­go nos inco­mo­da por cues­tio­nes de opi­nión, y es, pre­ci­sa­men­te, el fac­tor más pro­cli­ve a encon­trar las fór­mu­las para rom­per con tan­to aburrimiento.

La museo­gra­fía defen­di­da en este tra­ta­do (al que han con­tri­bui­do tan­to la expe­rien­cia prác­ti­ca de los mon­ta­jes expo­si­ti­vos rea­li­za­dos por su autor como su pro­pia acti­vi­dad didác­ti­ca) es aque­lla que, des­de el mayor de los res­pe­tos por la obra y su entorno, aspi­ra a gene­rar pre­gun­tas para espí­ri­tus inquie­tos, no a dar res­pues­tas a pasi­vos mirones.

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