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Formato: 12 x 22 cm.
Páginas: 192
Año: 2015
ISBN: 978–84-9704–900‑9

Los reinos tristes de Acilina

15,00

Ganas tenía de con­tar cosas a tum­ba abier­ta, des­po­ja­das de tapu­jos, de eufe­mis­mos, de seu­dó­ni­mos. Mis cosas. Ubi­ca­da en un difu­so más allá, una suer­te de no lugar, Aci­li­na revuel­ve a su anto­jo en el estu­che de su memo­ria, lle­van­do al lec­tor por dis­tin­tos para­jes y tiem­pos, recu­pe­ran­do imá­ge­nes e his­to­rias y opi­nan­do sobre lo pasa­do, lo pre­sen­te y has­ta sobre lo por venir.
Deci­di­da a con­tar, a con­tar­se y a con­tár­nos­lo todo a pesar de todo, con la impu­ni­dad y el des­ca­ro de quien se sabe al mar­gen del mun­do y sabe­do­ra del carác­ter de ver­dad que reco­no­ce­mos a la pala­bra de los mori­bun­dos y los difun­tos, su monó­lo­go frag­men­ta­rio ter­mi­na per­fi­lan­do todas las muje­res que fue esa Aci­li­na que tenía ganas de con­tar­nos cosas a tum­ba abier­ta: la mori­bun­da en la cama de un hos­pi­tal ates­ta­da de mor­fi­na; la enfer­ma de cán­cer con la qui­mio sur­cán­do­le las venas; la mujer tra­ba­ja­do­ra, siem­pre apre­mia­da por la nece­si­dad, vivien­do de pres­ta­do, madru­gan­do mien­tras la ciu­dad se des­pe­re­za, bre­gan­do por la vida; la mal­tra­ta­da, preo­cu­pa­da sobre todo de pro­te­ger a sus hijos; la ena­mo­ra­da de un pri­mer mari­do que se lle­vó la mina; la hija del fusi­la­do en el penal de Bur­gos; la que cree que su madre no la qui­so; y, sobre todo, la madre de los suyos, a quie­nes cuen­ta su his­to­ria y hace lega­ta­rios de sus rei­nos, una espe­cie de memo­rias que son las suyas, pero tam­bién reta­zo de las de un tiem­po y un país.

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