Ediciones Trea - 978-84-9704-393-2 - Ramiro II de Aragón el rey monje - Ana Isabel Lapeña Paúl
Formato: 15 x 21 cm.
Páginas: 368
Año: 2008
ISBN: 978–84-9704–392‑2

Ramiro II de Aragón, el rey monje (1134–1137)

35,00

Su vida en el seno del esta­men­to ecle­siás­ti­co; su pecu­liar for­ma de acce­der al rei­na­do cuan­do su pre­de­ce­sor lo había des­au­to­ri­za­do pre­via­men­te; la anó­ma­la solu­ción dada a la cri­sis dinás­ti­ca que se había pro­du­ci­do en 1134; las cir­cuns­tan­cias de su enla­ce matri­mo­nial ante la nece­si­dad impe­ran­te de bus­car suce­sión y dar con­ti­nui­dad al lina­je, misión que solu­cio­nó a pesar del gra­ve con­di­cio­nan­te por su per­te­nen­cia al cle­ro… Tal y como escri­bió el padre José Moret, los enor­mes vai­ve­nes bio­grá­fi­cos de Rami­ro II le ale­jan de la vida habi­tual de cual­quier monar­ca medie­val, «dejan­do admi­ra­do al mun­do de haber­le vis­to en el bre­ve inter­va­lo de tres años, ape­nas cum­pli­dos, mon­je, sacer­do­te, rey elec­to, casa­do, ser­lo con hija des­po­sa­da y otra vez mon­je, como si fue­ra acto repre­sen­ta­do en tea­tro». Sin embar­go, para el enton­ces rei­no de Ara­gón el balan­ce de su rei­na­do es abso­lu­ta­men­te posi­ti­vo. Con él el rei­no pudo supe­rar la cri­sis más impor­tan­te que había teni­do has­ta enton­ces en sus poco más de cien años de his­to­ria. Ara­gón podía haber des­apa­re­ci­do en aquel tran­ce. Y no solo eso, sino que ade­más con­si­guió reorien­tar el terri­to­rio hacia unas pers­pec­ti­vas medi­te­rrá­neas de enor­me trascendencia.
Esta obra vie­ne a cubrir la lagu­na que sobre la figu­ra y el rei­na­do de Rami­ro II ha ido dejan­do la his­to­rio­gra­fía, para dar a cono­cer en pro­fun­di­dad no solo los años en que gober­nó, sino tam­bién el perio­do en que se desa­rro­lló su vida, por­que, como caso excep­cio­nal, aun­que su rei­na­do fue cor­to (1134–1137), sobre­vi­vió dos déca­das más, hecho que le per­mi­tió con­tem­plar las impor­tan­tí­si­mas con­se­cuen­cias de la polí­ti­ca que había tra­za­do y con ello la unión dinás­ti­ca de Ara­gón y Cata­lu­ña, o, lo que es lo mis­mo, la géne­sis de la Coro­na de Ara­gón. Nin­gún monar­ca espa­ñol, sal­vo en este caso, pudo con­tem­plar direc­ta­men­te los efec­tos que su gobierno tuvo en el desa­rro­llo pos­te­rior de los acon­te­ci­mien­tos. Igual­men­te, nun­ca un ecle­siás­ti­co lle­gó a ocu­par el trono de uno de los rei­nos medie­va­les espa­ño­les. Estos ele­men­tos, entre otros, con­fie­ren a esta per­so­na­li­dad una impor­tan­cia sin­gu­lar, ana­li­za­da por­me­no­ri­za­da­men­te en una mono­gra­fía que rea­li­za, ade­más, un escla­re­ce­dor segui­mien­to de las rein­ter­pre­ta­cio­nes que de su figu­ra han hecho la lite­ra­tu­ra y la pin­tu­ra espa­ño­las en los siglos posteriores.

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