Ramiro II de Aragón, el rey monje (1134–1137)
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Su vida en el seno del estamento eclesiástico; su peculiar forma de acceder al reinado cuando su predecesor lo había desautorizado previamente; la anómala solución dada a la crisis dinástica que se había producido en 1134; las circunstancias de su enlace matrimonial ante la necesidad imperante de buscar sucesión y dar continuidad al linaje, misión que solucionó a pesar del grave condicionante por su pertenencia al clero… Tal y como escribió el padre José Moret, los enormes vaivenes biográficos de Ramiro II le alejan de la vida habitual de cualquier monarca medieval, «dejando admirado al mundo de haberle visto en el breve intervalo de tres años, apenas cumplidos, monje, sacerdote, rey electo, casado, serlo con hija desposada y otra vez monje, como si fuera acto representado en teatro». Sin embargo, para el entonces reino de Aragón el balance de su reinado es absolutamente positivo. Con él el reino pudo superar la crisis más importante que había tenido hasta entonces en sus poco más de cien años de historia. Aragón podía haber desaparecido en aquel trance. Y no solo eso, sino que además consiguió reorientar el territorio hacia unas perspectivas mediterráneas de enorme trascendencia.
Esta obra viene a cubrir la laguna que sobre la figura y el reinado de Ramiro II ha ido dejando la historiografía, para dar a conocer en profundidad no solo los años en que gobernó, sino también el periodo en que se desarrolló su vida, porque, como caso excepcional, aunque su reinado fue corto (1134–1137), sobrevivió dos décadas más, hecho que le permitió contemplar las importantísimas consecuencias de la política que había trazado y con ello la unión dinástica de Aragón y Cataluña, o, lo que es lo mismo, la génesis de la Corona de Aragón. Ningún monarca español, salvo en este caso, pudo contemplar directamente los efectos que su gobierno tuvo en el desarrollo posterior de los acontecimientos. Igualmente, nunca un eclesiástico llegó a ocupar el trono de uno de los reinos medievales españoles. Estos elementos, entre otros, confieren a esta personalidad una importancia singular, analizada pormenorizadamente en una monografía que realiza, además, un esclarecedor seguimiento de las reinterpretaciones que de su figura han hecho la literatura y la pintura españolas en los siglos posteriores.