Sancho IV de Castilla (1284–1295)
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Sancho IV de Castilla (Sevilla, 1258-Toledo, 1295), hijo de Alfonso X el Sabio, le sucedió en el trono en 1284. Antes se enfrentaría a su padre en una guerra civil de dos años motivada por la reivindicación de sus derechos sucesorios frente a los de su sobrino Alfonso de la Cerda, hijo de su hermano mayor, Fernando, muerto en la frontera en 1275. Se iniciaría así un reinado en el que abundarían las tensiones políticas que llevarían a ocasionales enfrentamientos entre el rey y destacados miembros de la nobleza, alguno de los cuales moriría a manos del propio monarca, lo que le granjearía el título de el Bravo. Muy activo en la lucha en la frontera granadina, emprendería distintas campañas, con participación de la flota castellana, siendo su resultado más señero la conquista de Tarifa, de cuya defensa sería acontecimiento destacado el protagonizado por Guzmán el Bueno. Mientras tanto, mantendría una activa política de pactos y negociaciones con otros monarcas peninsulares y europeos. Aunque, a veces, se ha tendido a establecer un contraste entre la riqueza cultural de la corte alfonsina y el decaimiento en esta materia de la corte de Sancho IV, los estudiosos vienen poniendo de relieve lo injusto de tal visión, constatándose una actividad artística y literaria relevante promovida por este monarca. Bien al contrario, se viene comprobando cómo fue en la corte de Sancho IV donde se completaron iniciativas culturales comenzadas en el reinado anterior y que en modo alguno se vieron interrumpidas. Casado, aunque sin contar para ello con la necesaria dispensa papal, con su tía María de Molina (h. 1264–1321), esta ostentará influencia política significativa durante el reinado, convirtiéndose en un personaje histórico de gran talla tras la prematura muerte de su marido en 1295, e influyendo decisivamente en la evolución castellana durante las casi tres décadas siguientes.