Sobre museografías y catalografías imposibles
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Los textos que conforman este volumen centran su atención sobre el «objeto» de exposición y catalogación desde una doble perspectiva: en primer lugar, proponiendo un proceso de «reobjetualización» de la práctica museográfica; en segundo lugar, afrontando las problemáticas museográficas y catalográficas que plantea la creciente «desobjetualización» experimentada por las producciones artísticas contemporáneas y por las propias experiencias museísticas.
Por una parte, y adoptando como punto de partida el concepto de tutela del bien patrimonial, se formula una vuelta al objeto cultural en su doble entidad (artefacto material con unas características físicas específicas y producción simbólica que demanda un juicio interpretativo) con el objetivo de situarlo, de nuevo, como base y centro de la conceptualización museográfica. A este respecto, se reflexiona sobre los efectos de determinadas acciones de la museografía contemporánea, que, al calor de las experimentaciones e innovaciones acontecidas en los últimos años, más que abrir la mirada sobre el objeto, la oscurecen, la reducen o la imposibilitan. Por otra parte, y asumiendo la transformación ontológica que el campo cultural viene experimentando desde hace tiempo como consecuencia del avance de los procesos de digitalización, que aúna desobjetulización y desfisicalización (que no desmaterialización), se analiza desde distintos enfoques qué desarrollos teórico-críticos y prácticos podrían dar respuesta a algunos de los interrogantes museográficos que este nuevo contexto suscita
Lo imposible, por tanto, se nos muestra en este libro en su densidad semántica: por una parte, en su sentido tradicional de carencia. Así se revela, por ejemplo, en la imposibilidad de ver y de comprender que deriva de las acciones limitadoras de cierta museografía; o en la imposibilidad de mantener determinadas categorías museográficas y catalogares en un ecosistema cultural esencialmente diferente en su configuración y funcionamiento. Por otra parte, se nos desvela en su sentido de apertura cognoscitiva, esto es, como marco epistémico de referencia para pensar no lo que «es» (es decir, lo dado, lo actual, lo que acontece, lo que vemos y percibimos), sino para indagar en lo que puede ser o podría ser, y también en aquello que se nos antoja imposible o escapa a toda determinación. Pensar en términos de imposibilidad es, pues, una herramienta intelectual para enfrentar las complejidades de un futuro imprevisible que, en cuanto tal, solo podemos imaginar con altas dotes de audacia.